La producción de una película puede convertirse en una auténtica aventura, propia del argumento de una serie. Y más si la película trata sobre la mafia italoamericana y su influencia social y política dentro de los Estados Unidos. El Padrino, una obra maestra capital dentro de la historia del cine y es un ejemplo de ello. Narrado al detalle por su productor, Al Ruddy, el creador de la serie, Michael Tolkin (El juego de Hollywood, Fuga en Dannemora), utiliza su libro como base para el guion, que sabe aprovechar el valioso material y lo aprovecha para crear una trama bien urdida, con mucho ritmo y que sabe desechar mediante inteligentes elipsis las partes menos atractivas y centrarse en los auténticos e interesantes conflictos: las relaciones con la mafia para poder rodar la película, la siempre complicada escritura del guion, los problemas económicos de una producción que pretendía ser barata o las difíciles decisiones entre la visión artística y la más puramente empresarial.
El guion consigue desarrollar dramáticamente una gran cantidad de personajes, sus motivaciones, ambiciones y su vida personal; y también son interesantes las relaciones que surgen entre ellos: Al Ruddy y Coppola, en la parte creativa; con Evans para la producción y los contactos con los altos directivos de la Paramount; pero destaca, sobremanera, su relación con el mafioso Joe Colombo. Lo que comienza como unos encuentros necesarios para llevar a cabo la película, deriva en una profunda y bella amistad, contada con delicadeza y hondura.
La serie tiene algunas secuencias memorables. Una de ellas es la cena de Ruddy y Coppola con todo el reparto, justo antes de comenzar el rodaje. Pacino y Brando, como grandes actores del Método que fueron, participan en ella inmersos ya en sus papeles. Es tal la naturalidad y frescura de sus performances, que genera una sonrisa de complicidad entre productor y director, al comprobar cómo habían acertado de lleno en el casting. La otra secuencia es el rodaje de la escena del restaurante, en la que Michael Corleone, después del asesinato de un capo y del jefe de policía, ya no volverá a ser el mismo. Todos los presentes se cercioran de lo buen actor que es Pacino al observar, asombrados, su actuación. Y a partir de ese momento ya nadie duda de que es el actor apropiado para Michael.
Como en El Padrino, la serie ha puesto especial empeño en conseguir un reparto de altura. El protagonista, Miles Teller (Top Gun Maverick), repite en un papel principal de relevancia como ya hiciera en Whiplash. Matthew Goode (Match Point) explota una gran variedad de registros dramáticos como Bob Evans. Y, por último, tanto Anthony Ippolito como Justin Chambers resultan muy creíbles como Al Pacino y Marlon Brando, más allá de su parecido más que razonable.
Firma: Daniel Núñez Hernández
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