Si El libro de Boba Fett sólo logró despegar en los capítulos finales en que pasó a ser la precuela de The Mandalorian 3, Obi-Wan Kenobi no acaba de arrancar ni siquiera con la aparición de la pequeña princesa Leia. La directora de la serie es Deborah Chow (Iron Fist, Snowfall, Mr. Robot), y en el grupo de cinco guionistas hay genios como Andrew Stanton (Buscando a Nemo, Wall-E) o el iraní Hossein Amini (Jude, Drive). Aún así, la historia recuerda a los capítulos más insípidos de la saga de Star Wars, esos que protagonizaban Ewan MCGregor y Hayden Christensen, que ahora vuelven a unirse en esta nueva serie.
Ni las escenas de acción ni el drama muestran algo que atraiga o sorprenda. Hay una rutina dramática y argumental que domina casi de toda la temporada, llegando a un verdadero abismo en el capítulo 4. Si un personaje tan carismático como Han Solo fue desperdiciado en una de las peores películas de Ron Howard, el intento de hacer una continuación de La venganza de los Sith y rehabilitar a ese Obi-Wan era muy complicado. Entre el episodio III y IV había una distancia sideral en todos los aspectos, y parece claro que el Obi-Wan de Alec Guinness era un personaje con mucho más que contar que el de El ataque de los clones. No es culpa de Ewan McGregor, que era un gran actor, y que veinte años después es uno de los mejores. Pero el guion, el maldito guion. Cuando no hay… Ya lo advertía Hitchcock, que nunca hizo un viaje galáctico, pero sabía perfectamente dónde estaba la clave para conectar con el espectador.
Firma: Claudio Sánchez
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