Borja Cobeaga lleva décadas haciendo cine y televisión, pero creo que esta vez ha dado en la tecla. Más que nunca. Si Pagafantas, No controles o Fe de etarras tenían, de más a menos, diálogos divertidos en situaciones y personajes imaginativos, No me gusta conducir va muy por delante.
Para empezar tiene un protagonista sensacional, un tipo serio y amargado al que Juan Diego Botto convierte en un ser encantador. El casting del resto de personaje es igualmente acertado, con un David Lorente desbordante de personalidad y cuñadismo como agotador profesor de autoescuela. Y lo de Carlos Areces es un espectáculo de principio a fin.
Se echa un poco de menos algo más de recorrido romántico y dramático para Leonor Watling y Marta Larralde, que son dos actrices formidables. Había mimbres para lucirse aún más y dar algunas claves sobre la inmadurez, la herencia psicológica y afectiva que recibimos de nuestros padres o la vejez prematura de las personas heridas pero no cicatrizadas.
Aún así, la serie tiene el ritmazo de un guion con diálogos chispeantes que suenan espontáneos, y unos personajes con historias que parecen reconocibles. No es de extrañar que Borja Cobeaga haya escrito el guion a partir de sus experiencias como alumno tardío de autoescuela. Y decididamente, el que fuese director de esa maravilla de programa de la ETB titulada Vaya semanita, ha optado por el humor más elegante e irónico, sin cesiones de ningún tipo a la zafiedad. Un comedia muy ágil para un público muy amplio.
Firma: Claudio Sánchez
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