Incisiva parodia sobre la sociedad actual que parte de la creación de un videojuego de éxito. La serie despliega con acierto muchos perfiles dramáticos con aire cómico entre sus personajes principales: la egolatría del creador del videojuego, el enfoque exclusivamente económico del director financiero, la inseguridad de la desarrolladora informática o la trivialidad del productor en la toma de decisiones. Juntos tienen que afrontar grandes crisis que se van produciendo a lo largo de los capítulos. Y, aunque son un equipo, cada uno funciona según su reducido punto de vista, provocando divertidas tensiones entre ellos.
Repiten equipo tanto los creadores como algunos de los actores de la divertida y longeva Colgados en Filadelfia, serie muy afamada en Estados Unidos. No así el actor F. Murray Abraham (Amadeus, The White Lotus), que destaca dentro de un reparto bien escogido y que cumple.
La serie no rehúsa tratar algunos temas candentes de la actualidad. Especialmente la pleitesía que se rinde a lo políticamente correcto. Algunas de las crisis son fruto del miedo a la reacción de la opinión pública al respecto de, por ejemplo, el aumento de jugadores que expresan su filiación nazi. Para solucionar el problema se nombra un Comité ético plural, seleccionando a cada miembro por su pertenencia a una minoría, descartando a otros de igual valía o competencia. Y cada intervención en dicho comité tiene que ser cauta y medida, para no herir ninguna de las sensibilidades de los presentes. Lo que provoca situaciones hilarantes, pero a la vez muy críticas con nuestra sociedad.
También es perturbador cómo se decide la inclusión de elementos nuevos en el videojuego, cuya única pretensión es crear una mayor adicción, como la fundación de un casino o el aumento de la ya excesiva violencia. Es grotesco e inquietante que el éxito de cada innovación sea decidido por un streamer de doce años. Sus apariciones en directo son muy ácidas, ya que su vara de medir responde a su capricho, pero tiene en vilo a todo el equipo de desarrolladores.
Quizá se eche en falta algo de profundidad, ya que sencillamente trata estos temas con una intención humorística. Además, la serie parece que se rinde en algunos momentos precisamente a lo que critica. Pero en líneas generales nos encontramos, ante una serie divertida, de capítulos breves y con ritmo, y que a la vez aporta una visión de nuestro mundo atrevida y que permite reflexionar sobre él.
Firma: Daniel Núñez Hernández
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