David O. Kelley lleva demasiado tiempo haciendo series como para ponerse a cambiar de estilo a estas alturas. Aunque en sus casi 40 años de trayectoria ha ofrecido algunos entretenimientos populares como su más reciente El abogado del Lincoln (Netflix) o las producciones exitosas de sus tiempos iniciales (Un médico precoz o La ley de los Ángeles), su perfil más habitual es el de Love & Death. La formula es muy similar a la que utilizó en Big Little Lies: una trama morbosa e inverosímil con un reparto extraordinario y un brillante diseño de producción.
Hay un verdadero atasco de clichés en esta recreación de una historia real sobre dos matrimonios en Texas en los años 80: indelidades de personajes marcados por unas creencias religiosas artificiales, dobles vidas, asesinatos pasionales, giros constantes de la trama… El esquema dramático sólo pretende atrapar la atención del espectador con una sucesión de perversiones y desenlaces imprevistos al más puro estilo folletín. Eso sí, esta vez la crítica especializada no ha mordido el anzuelo y ha reconocido las deficiencias elementales de este thriller con aires de profundidad y esteticismo formal.
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