CRÍTICA Adolescencia

Mar 28, 2025 | Reseñas Series

Netflix es un caja de sorpresas, capaz de ofrecer trucos excepcionales de creatividad a la vez que ofrece otros cientos de producciones de algoritmo. El pasado 13 de  marzo estrenaba Adolescencia, una serie británica que ha impactado por completo a todo el planeta, situándola como la más vista de la plataforma en 71 países. Al día siguiente, también en Netflix, se estrenaba la película más cara estrenada directamente en streaming: Estado eléctrico, 320 millones de dólares, de los hermanos Russo, creadores de los últimos taquillazos de Marvel. El público y la crítica se han puesto de acuerdo: la serie es prácticamente perfecta y la película es muy indefendible.

Adolescencia está dirigida por Philip Barrantini, creador de la también británica Boilling Point. Las dos están rodados en plano secuencia y protagonizados por Stephen Graham, que en este caso más reciente también es guionista. La serie coincide en su estreno con dos sucesos impactante en España protagonizados por menores: uno en Santander y otro en Badajoz.

Antes que nada quiero advertir que esta ficción no está basada en un caso real, aunque la documentación ha sido bastante exhaustiva para que sea lo más verosímil posible. Es una serie que desde el punto técnico y artístico resulta superior, con una planificación, interpretación, guión y música que desbordan talento en cada detalle. Por eso precisamente no deja indiferente a nadie, ofreciendo al espectador numerosos puntos de vista muy variados que le permiten sacar sus propias conclusiones.
Adolescencia está dando mucho que hablar a padres y profesores, aunque muchos de los analisis que se están haciendo resultan superficiales y polarizados, cuando la serie es, esencialmente, poliédrica. La vulnerabilidad de los menores sobreexpuestos y empoderados, la indefensión de los adultos desbordados, los mensajes de hipersexualización, el protagonismo de Andrew Tate en las redes sociales, la falta de dedicación de tiempo a los hijos… Todos estos temas son sugeridos golpeando al espectador de manera respetuosa, con una elegancia y una elipsis destacable en un argumento tan demoledor, pero desarrollado con matices y contrapuntos. 
La ventaja de esta ficción es que puede abrir un debate constructivo, el peligro es que el público se limite a utilizarla para añadir un poco más de ceniza, relativismo y desesperanza a un mundo con tendencia al pesimismo sobre el futuro que depende de estos jóvenes.

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