La docuserie sobre David Beckham no es el publireportaje del deportista modelo casado con la Spice Girl denominada pija. No es una versión futbolera de Soy Georgina, aunque podría serlo. El jugador inglés que triunfó en el Manchester United y tuvo la mala suerte de recaer en el Real Madrid galáctico, con diferencia la versión más perdedora de este equipo en el siglo XXI (casi cuatro años sin títulos hasta que alcanzó finalmente, in extremis, la Liga del Tamudazo). Pero las heridas de Beckham no vienen del Real Madrid, sino más bien de un icono rojiblanco como Diego Pablo Simeone.
La historia está planteada en torno a la caída en desgracia del hombre perfecto en apenas unos segundos fatídicos del Mundial de Francia del 98. Esa jugada con el Cholo Simeone en el Argentina-Inglaterra supuso un antes y un después que hace que esta docuserie funcione a la perfección. Ese conflicto vertebra la historia de un terrícola que muchos consideraban, hasta ese momento, inmortal. La relación con su mujer es esencial en ese bache y en su digestión del populismo futbolístico que le lapidó con portadas y pitadas.
muestra su casa y sus hijos, su ambición y vulnerabilidad, con una naturalidad e ironía británica impagable. El momento en el que se mete con su mujer por presumir de una cierta condición de clase media cuando iba en Rolls Royce al colegio es sensacional. Pero es que los cuatro capítulos, además de tener ritmo y documentación, están marcados por una etiqueta de veracidad tan díficiles de lograr con un famoso tan laeureado y estético como David Beckham.
0 comentarios