Al igual que las muñecas o los payasos generan simpatía o terror, las personas permanentemente sonrientes y excesivamente afectuosas producen una cierta inquietud. El protagonista de esta historia real era el vecino ideal, una parte esencial de la familia al que no le hacen falta los vínculos familiares para convertirse en alguien necesario. Jake Lacy (The White Lotus) compone un narcisista venenoso que genera una tensión mejor medida en sus primeros pasos que en su desarrollo.
El creador de la serie es Nick Antosca, que tiene una tendencia evidente a este tipo de crímenes reales basados en relaciones afectivas cercanas y manipuladoras (The Act, Nuevo sabor a cereza, Candy: Asesinato en Texas). El guion sortea en varios momentos el morbo de un perversión sexual de analisis clínico con algunas acertadas elipsis. El casting es maravilloso, con los consolidados Anna Paquin y Collin Hanks, y las jóvenes primerizas Mckenna Grace y Hendrix Yancey, que permiten disimular algunos giros demasiado inexplicables de la trama.
Desde el punto de vista fotográfico, la serie plasma con difuminados y colores pastel ese estado de ensoñación enamorada en el que se sumerge esta familia al sucumbir a los favores y encantos de este «mejor amigo».
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